El síndrome de enclaustramiento, también llamado síndrome de desaferenación o síndrome de desconexión cerebrobulbespinal, entre otras denominaciones, es una entidad neurológica muy discapacitante, producida por lesiones en la porción ventral de la protuberancia. Su etiología es principalmente vascular y clínicamente se manifiesta por tetraplejía y anartria ( imposibilidad de articular sonidos), pero con la particularidad de que el estado de conciencia se mantenía intacto y el paciente puede expresarse mediante movimientos de los ojos o parpadeos.
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Los pacientes con síndrome de enclaustramiento presentan daños en la protuberancia, una parte importante del tronco encéfalo, la cual contiene importantes vías neuronales entre el cerebro, el cerebelo y la médula espinal. En este síndrome se presenta una interrupción de todas la fibras motoras que van desde la materia gris del cerebro a través de la médula espinal hasta los músculos de todo el cuerpo y también se dañan los centros del tronco encéfalo que son importantes para el control facial y el habla.
En este síndrome se presentan dos fases:
- Fase inicial aguda: presenta una duración variable con parálisis total, dificultades para respirar y, en algunos casos, llegando al estado de coma.
- Fase crónica: la capacidad respiratorio y de tragar, junto con la consciencia se pueden reparar.
El síndrome, como mencionamos anteriormente, es causado principalmente por enfermedades vasculares, pero también puede tener su origen en un accidente cerebrovascular cerebral, traumas, tumores, enfermedades que destruyen la capa de mielina que rodea a las células nerviosas , infección, o sobredosis.
El síndrome de enclautramiento presenta un diagnóstico clínico que puede facilitarse gracias a nuevas herramientas como la resonancia magnética (para la rápida evaluación de un evento isquémico cerebral), la tomografía con emisión de positrones y el electroencefalograma. A mayores, otras nuevas técnicas que facilitan el curso de esta enfermedad son las trombolisis intraarterial y procedimientos endovasculares como trombectomía y colocación de stent para el restablecimiento del flujo sanguíneo arterial.
Este síndrome no presenta cura o tratamientos específicos, pero las terapias de apoyo para la respiración y para la alimentación se empiezan lo antes posible, junto con la terapia física, el apoyo nutricional, y la prevención de complicaciones como las infecciones respiratorias, ya que son la base del tratamiento.
A mayores los terapeutas del habla pueden ayudar a las personas a comunicarse mejor con los movimientos de los ojos y el parpadeo y las nuevas tecnologías de comunicación electrónica, como las interfaces cerebro-ordenador, donde los impulsos nerviosos se convierten en señales eléctricas y son enviados a un ordenador para que el cuerpo se pueda mover, y las prótesis vocales computarizadas para poder hablar, permiten que las personas que padecen esta síndrome se comuniquen mejor. Las sillas de ruedas motorizadas también han aumentado la independencia y mejorado las condiciones de vida de los afectados.
El síndrome de enclaustramiento presenta una mortalidad global del 60%, siendo mayor en los primeros 4 meses. Pocas veces hay mejoría en la función motora, presentando mejor pronóstico las personas jóvenes, normotensos, con un síndrome sin causa vascular.El síndrome de enclaustramiento es un estado neurológico devastador para los pacientes que lo sufren, así como para el entorno familiar que lo rodea, debido a su elevada mortalidad y discapacidad funcional.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS