En esta noticia, el autor, alega que “afortunadamente el sistema nervioso infantil es plástico y la situación de cuarentena no ha sido muy prolongada, esperemos que la segunda oleada, si la hay, sea más débil”.
El escritor señala que el sistema nervioso se desarrolló y se originó evolutivamente para moverse de manera efectiva con el objetivo de huir de lugares que nos ponen en peligro, escapar de depredadores o acudir a sitios que nos producen bienestar para realizar nuestras funciones vitales básicas.
Como bien es sabido, la actividad física nos ayuda a activar el sistema nervioso y mejorar así diversas funciones del mismo, pero se tiene que tener en cuenta también que es un pilar para la salud mental. A causa de la pandemia, nuestra capacidad de movimiento se ha visto drásticamente restringida, medida que ha afectado al desarrollo cognitivo y emocional, con un mayor o menor impacto dependiendo de la edad, principalmente de los niños. El cerebro de los más pequeños necesita movimiento para su correcto desarrollo tanto cognitivo como psicomotor; además de socialización.
La situación de la pandemia ha dejado rastros alarmantes como el estrés, ansiedad y depresión leve; afectando sobre todo a hijos únicos y niños residentes de ambientes urbanos. También se tiene en cuenta el manejo incontrolado y excesivo de los dispositivos electrónicos de manera exclusiva. Otra cosa que afecta en el desarrollo, sería la pérdida de una rutina, de un horario escolar que implique establecer patrones de sueño y no permita la existencia de cansancio excesivo, siestas…
Finalmente, el autor concluye con la importancia de inspeccionar la conducta de los niños durante estas situaciones, intentando aliviar tensiones y estrés en el hogar, ya que el cerebro de los niños es como una esponja.