Para la supervivencia del ser humano es importante un correcto y rápido funcionamiento del organismo ante situaciones de estrés. Es necesario disponer de sistemas de adaptación contra los cambios que ocurren en nuestro entorno y organismo. El término alostasis hace referencia a esa estabilidad lograda contra los diferentes cambios a los que nos sometemos día a día. Sin embargo, una exposición crónica al estrés puede dar lugar a un desgaste del organismo y a la aparición de muchas enfermedades.
Se tiene una mala concepción de lo que es el estrés. El estrés en sí es necesario, pues nos ayuda a activar ciertos mecanismos fisiológicos en el organismo contra situaciones de peligro (por ejemplo, escapar si nos persigue un león). El problema es cuando este estrés aparece de manera continuada y en situaciones que no suponen un peligro, lo que puede dar lugar a episodios de ansiedad, incluso depresión.
La ansiedad es la reacción a este estrés y es crucial para la supervivencia, ya que nos alerta y nos protege. Sin embargo, se torna patológica cuando la intensidad de la ansiedad no está relacionada con la causa que la provoca, cuando se activa sin motivo o cuando aparece con mucha frecuencia, lo que causa sufrimiento incluso invalidez social.
ESTRUCTURAS RELACIONADAS CON LA ANSIEDAD
La ansiedad no es una sensación en la que esté involucrada una región en concreto, sino que van a ser numerosas estructuras nerviosas las que la producen y la modulan:
Sistema límbico: encargado de generar y regular emociones. Está formado por numerosas estructuras (no todas relacionadas con la ansiedad):
Amígdala: regula las reacciones de miedo, alarma y ansiedad. Procesa información relacionada con experiencias negativas. Cuando se activa genera sensaciones de miedo, ansiedad, nerviosismo…
Hipocampo: encargado de la memoria explícita (consciente) o verbalizable.
Giro cingulado: recibe información de la amígdala y del hipocampo y la emite a la corteza prefrontal. Se activa en situaciones conflictivas.
Bulbo olfatorio: integra los estímulos olfatorios.
Área septal: responde ante situaciones placenteras
Núcleo accumbens: participa en el denominado circuito placer, formado por numerosas estructuras que cuando se activan generan el deseo de repetir una conducta. Un mal funcionamiento puede dar lugar a adicciones.
Ínsula: encargado de la codificación de la memoria (da significado a los recuerdos) e implicado en la activación del dolor.
Córtex orbitofrontal: relacionado con la planificación de actos.
Sustancia gris periacueductal: localizado en el acueducto de Silvio. Se relaciona con la respuesta al miedo, de manera que la amígdala, en una situación de gran peligro, le transmite un impulso que hace que la sustancia gris periacueductal desarrolle una respuesta defensiva; pero en una situación de menor peligro, esta sustancia desarrolla una respuesta de congelamiento.
Locus coeruleus: localizado en el tronco encéfalo. Se activa con una bajada de la presión arterial y del volumen minuto, con cambios en la temperatura, por una bajada de glucosa en sangre, por una distensión del estómago, colon y vejiga… Esto lo hace esencial para la supervivencia.
Hipotálamo: modula muchas funciones hormonales y viscerales.
Corteza orbitofrontal: recibe e integra información sensorial y emocional, participando en la planificación de la respuesta ante situaciones de amenaza y estrés.
Tálamo.
El tálamo es una estructura situada en el diencéfalo y que funciona como estación de relevo, de manera que va a procesar la información sensorial procedente de los sentidos (menos del olfato; lo estímulos olfatorios se integran directamente en el bulbo olfatorio), la descarta cuando no es importante (actuando como filtro de la información) y la va a enviar a la corteza cerebral para ser integrada (lo que se conoce como vía talámica indirecta). Después la información pasa a la amígdala, un centro de regulación emocional que permite reconocer amenazas y, cuando es el caso, lleva a cabo una respuesta.
Sin embargo, se ha descubierto que hay una vía más rápida que conecta el tálamo con la amígdala directamente (lo que se conoce como vía talámica directa) y que permite la elaboración de respuestas (no racionales, ya que no pasan por la corteza) más rápidas en situaciones amenazantes.