El síndrome de compresión medular se produce por una compresión, depresión o atrapamiento de la médula espinal o de la cola de caballo. El carácter de la lesión puede ser neoplásica (debido a un tumor, ya sea benigno o maligno), infecciosa, vascular… y se puede originar en los huesos (vértebras de la columna vertebral), en las meninges, en las raíces nerviosas, en la propia médula o en los vasos sanguíneos. Haciendo referencia a esto último, la afección vascular, ya sea por infección o infiltración tumoral, puede evolucionar a un proceso isquémico (que hace que la médula no reciba suficiente oxígeno) que puede acelerar el déficit neurológico.
Es importante saber que la médula apenas tiene capacidad de adaptación tras una lesión en el canal medular, sin embargo, el hueso, cuando el crecimiento de la lesión es progresivamente lento, si que se adapta dejando espacio para la lesión, ya sea agrandando los agujeros de conjunción o deformando el cuerpo vertebral.
Existen tres estadíos de compresión medular:
ESTADÍO I - Fase radicular
Se caracteriza por una irritación de las raíces sensitivas de la médula y se manifiesta con:
- Dolor radicular: en la zona inervada por la raíz afectada.
- Hipoestesia (disminución de la sensibilidad) en la misma zona con dolor.
- Atrofia muscular y fasciculaciones (pequeñas contracciones musculares involuntarias): poco común.
- Lesiones óseas: como un aumento del agujero de conjunción o del canal vertebral, así como el desgaste de los cuerpos vertebrales.
- Afectación de la fuerza de las extremidades ipsilaterales (en el mismo lado de la lesión) que se encuentren por debajo de la lesión.
- Afectación de la sensibilidad contralateral (en el lado contrario al de la lesión) por debajo de la lesión.
- Afectación de la sensibilidad profunda (relacionada con la posición, el movimiento y la vibración) ipsilateral.
- Anestesia y parálisis bajo la lesión.
- Afección de esfínteres.
- Alteración trófica (en la nutrición).